"Contemplando el sereno campo verde o contemplando unos ojos
claros, a que se asome un alma hermana de la mía, se me hinche la conciencia,
siento la diástole del alma y me empapo de vida ambiente, y creo en mi porvenir;
pero al punto la voz del misterio me susurra ¡dejarás de ser!, me roza con el
ala el Ángel de la muerte, y la sístole del alma me inunda las entrañas
espirituales en sangre de divinidad."
¿Y puede realmente decirse nada
más después de esto?
"Nada hay más universal que lo individual, pues lo que es de cada
uno lo es de todos."
Creo que esto que llamamos egoísmo
es la verdadera esencia de mi mismo, y lo único en lo que me parece estar
completamente de acuerdo con D. Miguel. Que efectivamente solo existo yo, y lo
que depende de mi perspectiva y que así es universalmente, por lo que mis
elecciones, como decía el otro, lo son para toda la humanidad.
"Los grandes hombres del pasado nos roban lugar en él; lo que
ellos ocupan en la memoria de las gentes nos lo quitarán a los que aspiramos a
ocuparla. Y así nos revolvemos contra ellos, y de aquí la amarguar con que
cuantos buscan en las letras nombradía juzgan a los que ya la alcanzaron y de
ella gozan."
Si no fuera por el resto del
capitulo, que ahora estaréis de acuerdo solo es literatura pura y dura, pura forma,
diría que D. Miguel se monta la película del hambre de inmortalidad porque teme
no pasar a la posteridad o envidia la fama de otros más allá de la muerte.
Tranquilo D. Miguel el asunto está resuelto. Tanto es así que por mi cuenta y
riesgo, tomándome mi tiempo, me leeré el libro entero.
©Óscar Fernández
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