jueves, 22 de noviembre de 2012

“INOPINADAMENTE CON POSIBLES”


“COMO EL KIKO” Tapas y pinchos cerca del Manzanares

La predisposición negativa de algunos, clara manifestación de la desconfianza hacia los criterios de nuestro Presidente, se vio pronto corregida por el primer vistazo exterior. Para éste que les informa, esa primera impresión, a continuación repetidas veces confirmada, permitió un primer juicio: un lugar “inopinadamente con posibles”. Inopinadamente, porque no nos engañemos, un restaurante ubicado en una callejuela peatonal entre los jardines de edificios residenciales en terrenos, que antes fueron industriales, en el final del Paseo de las Acacias, arrabales ribereños del Manzanares al fin y al cabo, no promete, en principio, gran cosa. Pero Madrid ha cambiado mucho, sin duda. Y con posibles, decimos, porque esa moda de la falsa piedra en forma de loseta cubriendo la fachada crea expectativas de lugar con enjundia rústica. Pero tal impresión se corrige con un interior bien organizado donde las paredes de color pistacho otorgan un aspecto moderno, urbano, pero sin pretensiones. Esto último es de agradecer, porque casi toda la decoración de lugares públicos, últimamente, parece estar empeñada en pretensiones neoyorquinas, cuando no, en estúpidas frialdades minimalistas. No es el caso. Aunque las mesas adolecen de cierta parquedad, considerando lo que a nuestra Sociedad interesa, esto no será problema, pues esperamos que al juntarse aquéllas las estrecheces desaparezcan.
A mi el lugar me ganó al primer vistazo, y no tanto por la decoración (Presi y Vice expresaron su predilección por el pistacho, no se bien si por el color o por el fruto seco), sino por la solicita atención del encargado que con una sonrisa nos recibió, a pesar de la intempestiva hora de llegada. Yo jamás podría sonreír a quien llega a mi casa a comer más tarde de las tres y media. Esa hora no es civilizada. Pero si tienen tal atención con uno, pues me rindo, y me conquistan.
Yo gasté el tiempo de la espera, paseo arriba y abajo, de las Acacias, ilusionándome con que podría dedicarme al juicio crítico gastronómico de la carta, para finalmente dar o no el visto bueno a la propuesta presidencial. Miraría a la cara al encargado pidiendo la carta, que estudiaría, abriendo el apetito, con un vermouth. Pero la compañía estaba hambrienta y escasa de peculio, porque de otro modo no me explico la velocidad en decidir optar por el menú y, ante el acuerdo general, vime obligado a olvidar mis ilusiones.
-¿Qué van a beber?
Esta es la mía pensé. Pero tampoco.
No se quien se lanzó a pedir el popular vino y casera, que me dejó sin reacción posible. Pensé, que a pesar de la cicatería general, podría ser un buen criterio calibrar el lugar por el vino que se servía con la casera. Y ¡atención!, hacia mucho que no me presentaban un tempranillo, de no se dónde, (la animada conversación impedía concentrarme en mi misión) que pudiera aceptar sin mezcla de la maldita casera y además obligara, ya en el segundo plato, a pedir otra botella. Ya comprende el lector que con esto está dicho todo. Si con un menú de diez euros, el vino que te sirven con la casera, no solo se deja beber, sino que aguanta el juicio del comensal más exigente, qué será si pactamos un ágape de a veinte.
Relata el encargado la oferta de primeros y descubrimos que en el menú de diario hay pretensiones de alta cocina. La ensalada es con queso de cabra y balsámico, los pimientos rellenos de bonito y alternativamente se nos ofrece una vichyssoise… La sorpresa no vendría solo por la denominación, sino por la presentación también, pues pareciome que la crema a la francesa venía con semillas de girasol, es decir con pipas. Que la ensalada estaba ricamente floreada (no simple lechuga), y los pimientos, doy fe, aparentaban del piquillo, eran hasta tres, y venían rellenos con una suave mayonesa que escondía las trazas de bonito. Sobresaliente, incluso, si nos olvidamos de que formaban parte de un menú de diario. Pero la guinda llegó con los segundos. Soy absolutamente incapaz de repetir la denominación completa del plato de los jamoncitos de pollo, de cuya fritura con costra de polvo de kikos estaba orgullosísimo el encargado. Tan impactados quedamos con el plato, que yo por mi parte, no recuerdo las otras alternativas. El pollo estaba frito perfecto, y el crujiente que aportaba esa mezcla del empanado con el fruto seco (muy de moda en canal cocina) le hacía especialmente agradable. No es fácil, aunque lo parezca, dejar en su punto la fritura del muslo de pollo y menos si hay que evitar que se queme la “costra” de maíz frito, es decir, los kikos. Solo una pega: la sorprendente “cama de alubias”, era, en realidad, una cuantas judías blancas algo escasas en número y cocción (casi apuesto que eran de frasco, lo cual no tendría porque desmerecer, pues hay legumbres en conserva que no se pagan con el precio de nuestro menú) mal pastoreadas por solo dos “jamoncitos” (yo prefiero llamarlos muslos).
Repasando la redacción del párrafo anterior, viene a la memoria la alternativa al pollo, al menos la alternativa que escogieron la Presidencia y D. José (que compartía la reunión con la Cúpula, en representación de la plebe): Canelones con relleno de boloñesa. Recuerdo que su presentación desmerecía un poco, pero no hubo queja.
Puede concluirse que si prescindimos del coste, las raciones fueron un poco justas; pero al considerar el precio, el juicio ha de ser benevolente, pues se comprende que a cambio de menos cantidad recibimos calidad, en producto en casi todos los casos, por elaboración en todos.
Aún queda considerar que cuatro menús con postre, tres cafés y dos copas no llegó a 44, y a mi, todavía me sabe el paladar a gloria bendita, con lo que llamó el encargado “compacto de chocolate”. Dos veces había que repasar la cucharilla para que no quedara resto del chocolate en ella. Espectacular.
Miedo me da crear tanta expectativa, pero por otra parte si, repito, esto es el menú diario,.. que llegue pronto el día uno de diciembre.
©Óscar Fernández

domingo, 4 de noviembre de 2012

Recomendación

Para los que no lo sepan y para los que no lo recuerden, nuestro escudo es obra de un genio, de un artista, Esteban Navarro Galán.
Aprovechamos una de las últimas entradas en su Blog "El punto débil (galáctico)" para mostrar sus trabajos relacionados con la filosofía, Diálogos de Platón:

Piense el personal que estamos ante un trabajo hecho con 17 años, comics basados en dos diálogos de Platón el "Protágoras" y la "Apología de Sócrates".